And so the broken mend themselves (texto de sala)

Somers Gallery, en colaboración con el dúo curatorial LATAMesa y la galería nómada argentina Intemperie, se complace en presentar and so the broken mend themselves, una exhibición de seis semanas que presenta el trabajo de seis artistas latinoamericanas: Alejandra Mizrahi, Mara Caffarone, Lulú Lobo, Eilen Itzel Mena, Camila Barvo y Ume Dahlia. Sus prácticas—que abarcan pintura, escultura, textiles, arte gráfico y performance—exploran las nociones de emendar tanto como un acto técnico como símbolo y poético.

En and so the broken mend themselves, el acto de remendar trasciende la mera reparación, convirtiéndose en una expresión de resiliencia, adaptación y construcción de memoria. Cada obra invita a reflexionar sobre cómo la materialidad, el color y las técnicas, a menudo transmitidas a lo largo de generaciones, funcionan como conductos para narrativas de resiliencia, transformación y la continua negociación de identidad. Remendar encarna la sutura simbólica del yo tras un trauma personal o colectivo, donde la sanación, la invención y el crecimiento emergen a través del proceso de reparación. Las artistas participantes emplean enfoques variados—tanto en lo material como temático—en sus prácticas creativas y su relación con el tema de la exhibición. La práctica de Eilen Itzel Mena se caracteriza por el uso de una gestualidad intuitiva y lúdica; navega el duelo a través de la búsqueda de la alegría y espiritualidad. Ume Dahlia, también aborda el trauma mediante el uso de la ostra como símbolo de resiliencia y crecimiento personal. La práctica investigativa de Mara Caffarone busca reparar las fracturas en las narrativas históricas, mientras reclama espacio para cosmovisiones nativas a menudo olvidadas. Alejandra Mizrahi busca restaurar las conexiones con la artesanía nativa ancestral, mientras que Camila Barvo entrelaza narrativas personales y culturales a través del arte táctil del bordado. Por último, Lulú Lobo emplea procesos técnicos de impresión, donde la interacción entre los huecos y las irregularidades que se dan dentro de la repetición, permiten la generación de nuevas formas y significados. Cada una recurre a su práctica creativa única para navegar, interpretar y articular las complejidades del mundo que nos rodea.

A medida que estas artistas hilan, des-hilan y re-hilan a lo largo de un horizonte inestable—navegando desde un centro descentrado, desde la periferia desplazada que es América Latina—sus obras reflejan un proceso continuo de reparación. Cada gesto, línea y color funciona no solo como una forma de expresión artística, sino también como los filamentos que tejen una conexión vinculante, fomentando la reparación y la invención de algo nuevo. En esta exposición, la reparación emerge como una metáfora de resiliencia, invitando a sus espectadores a conectar con sus propias narrativas de sanación y transformación.

Alejandra Mizrahi

La práctica artística de Alejandra Mizrahi está profundamente arraigada en los textiles, donde combina una amplia variedad de técnicas de costura. Su obra entrelaza la artesanía ancestral con enfoques experimentales, trabajando con telas y materiales naturales para crear nuevas dimensiones en el arte textil. Un aspecto central de su práctica es el deseo de revivir y reconocer métodos ancestrales específicos, con un enfoque especial en la Randa, una técnica tradicional de encaje que aprendió, investigó y estudió a partir de la comunidad local de El Cercado en Tucumán, Argentina.

Las piezas exhibidas en la muestra encarnan el compromiso de Mizrahi con la recuperación de técnicas ancestrales, dándole visibilidad al laborioso trabajo artesanal del bordado y revelando su conexión con el trabajo tradicional femenino. También existe una profunda reverencia por los materiales que utiliza, extraídos de fuentes naturales, con una conciencia sobre sus orígenes y los caminos que han recorrido hasta llegar a sus manos.

Una de las obras exhibidas, Arrastrera, forma parte de una serie de piezas escultóricas donde Mizrahi explora el potencial tridimensional de su práctica textil. Como ella lo describe, el surgimiento de la tridimensionalidad proviene de observar las telas, no solo sus superficies, sino también sus bordes y reversos, entendiéndose como cuerpos con límites. Esta revelación la llevó a ir más allá del plano bidimensional. El título Arrastrera alude a las redes de arrastre empleadas en prácticas de pesca ilegal e indiscriminada, que barren con todo a su paso. En su obra, Mizrahi resignifica esta noción, transformando el acto de extraer desde las profundidades en un gesto creativo. Como la pesca de arrastre, un método no selectivo que captura todo lo que encuentra, Mizrahi despliega una multiplicidad de técnicas que emergen de lo profundo, integrando y reflotando elementos latentes para tejer nuevas narrativas que dialogan entre lo material y lo simbólico.

Ume Dahlia

La imagen de la ostra tiene un fuerte significado en el trabajo de Ume Dahlia. Al usar la imagen de los moluscos marinos como símbolo, reflexiona sobre la delicada interacción entre la presión y el trauma. Así como las perlas se forman en respuesta a irritantes que penetran la concha de la ostra—desencadenando una defensa natural—Ume Dahlia conecta este proceso con su propio recorrido de superación al trauma. Su obra transmite el poder transformador de la resiliencia, con la Perla como un hermoso y poderoso ejemplo de fortaleza nacida de la adversidad.

Yonic Phallus y Perla 西川 exploran el simbolismo transformador y femenino de la concha y la perla. La escultura de cerámica Yonic Phallus profundiza en la dualidad entre los órganos reproductivos femenino y masculino. La forma de la ostra se vincula con el Yoni, que en sánscrito se refiere al sistema reproductivo femenino. La artista fusiona esto con una forma fálica, representando la sexualidad masculina. La sutil combinación de estos elementos, que sostiene a la Ostrea Chilensis, explora el recorrido intímo del trauma sexual.

En paralelo, la pintura Perla 西川, exhibida junto a la escultura, retrata la metamorfosis intangible del trauma en resiliencia. Captura el misterioso camino de la sanación, desde el cuerpo humano hasta los vastos paisajes de la tierra natal de Dahlia, simbolizando la recuperación de territorios ocultos y heridos. A través de su obra, la artista invita a la contemplación sobre la amplificación del trauma y las complejidades de la curación y la restauración.

Juntas, estas obras expresan una frágil pero persistente interacción entre vulnerabilidad y crecimiento, reflejando la negociación continua involucrada en la construcción de la identidad personal.

Camila Barvo

A través del arte del bordado, Camila Barvo explora las narrativas estratificadas incrustadas en los textiles, adoptando este medio como una forma de expresión personal y cultural. Su obra fusiona intrincadamente las cualidades táctiles del bordado con la práctica íntima de cuidar y manipular el cabello, un elemento cargado de peso simbólico. El cabello, como una extensión del cuerpo, lleva nuestro ADN, historia y herencia, sirviendo tanto como un hilo literal como metafórico que entrelaza identidad y memoria.

Existe una rica herencia de arte textil hecho por mujeres, y la práctica de Barvo se nutre del legado de artistas feministas como el Colectivo Feministo de la década de 1970, entre otras. Estas artistas utilizaron técnicas artesanales—particularmente aquellas que involucran textiles—para desafiar los roles de género tradicionales y destacar el trabajo invisible del cuidado. En sus obras Braid Wrap y Sculptural Braids, ambas esculturas blandas hechas de lana y teñidas con henna, Barvo evoca la idea de los filamentos de cabello con fibras textiles de lana para explorar temas de la memoria del cuerpo femenino, la feminidad y la identidad.

La delicada interacción entre estos materiales y gestos habla de un diálogo más amplio sobre resiliencia y adaptación. La práctica de Barvo no solo honra la artesanía tradicional, sino que, como explica en sus propias palabras, utiliza los gestos de cuidado del cabello “como un enfoque para crear, comprender los textiles y mapear la experiencia vivida".

Mara Caffarone

La práctica basada en la investigación de Mara Caffarone utiliza una perspectiva histórica revisionista para explorar la continua negociación de las identidades argentinas y latinas. En su serie de pequeñas rejas de ventanas, investiga los espacios intersticiales entre el colonialismo y la identidad, y cómo la imposición europea de la propiedad privada transformó drásticamente las cosmovisiones nativas en América Latina. Estas rejas coloniales de ventanas sirven como poderosos símbolos de "protección" y demarcación territorial, reflejando la apropiación de tierras nativas y la eliminación de sus cosmologías. Las piezas de Caffarone, hechas a mano con arcilla cruda, se inspiran en la morfología de los detalles arquitectónicos coloniales de Buenos Aires. Sin embargo, cada obra es única, más una invención que una réplica, lo que le permite revisitar y reconfigurar estos vestigios coloniales. El uso de terracota, combinado con insertos de plomo—perforados en la arcilla como heridas o piercings—crea una retórica material que evoca la violencia de la conquista. La arcilla simboliza la tierra misma, mientras que el plomo representa su sometimiento, ofreciendo un espacio para reconsiderar las narrativas fundamentales sobre territorio e identidad. Además, esta mezcla de materiales puede convertirse en un acto de reparación—remendando las fracturas en las narrativas históricas mientras se reclama espacio para las cosmovisiones nativas olvidadas.

A través de su trabajo con el concepto de territorio—tanto material como temáticamente—Caffarone desafía las nociones eurocéntricas de propiedad, invitando a una reflexión más profunda sobre cómo los símbolos y las historias coloniales continúan moldeando el discurso sobre la identidad entre los pueblos latinos y argentinos.

Lulú Lobo

Lulú Lobo emplea el lenguaje del dibujo y la impresión para crear complejas obras en papel que existen en la intersección entre escultura y grabado. Trabaja con papel de patrón y tela capricho, tradicionalmente usados en la encuadernación y la impresión en linóleo, como base estructural para sus piezas. El único elemento predeterminado en su proceso creativo es la matriz; más allá de eso, abraza la naturaleza impredecible del grabado, permitiendo que el proceso de estampado se desarrolle vigorosa y espontáneamente.

Cada pieza está compuesta por varias impresiones que se conectan e interactúan como un caleidoscopio. Las formas resultantes son geometrías orgánicas—formas que se anidan entre sí—creando un lenguaje visual que explora conexiones y desconexiones. Estas son estructuras ficticias que albergan todo tipo de morfologías naturales.

El trabajo de Lulú existe entre la estructura y el ornamento, explorando la tensión entre lo original y lo múltiple. Su práctica se basa en la hipótesis de que la repetición sirve como principio y subordinado, abrazando lo fortuito, la diferenciación y el desplazamiento. La serendipia de cada impresión crea una pluralidad única, una idea que la artista extiende a una cosmovisión más amplia.

Cuando estas estructuras de papel cuelgan en el espacio, sus pliegues respiran y se mueven, doblándose bajo su propio peso y revelando la fragilidad de su materialidad. Habitan un espacio háptico, una visualidad táctil, donde los sentidos se fusionan como si los ojos pudieran sentir las superficies que perciben. A través de la interacción de las grietas y las irregularidades dentro de la repetición, los materiales—como las palabras—se alternan y convergen, creando nuevos significados.

Eilen Itzel Mena

La práctica artística de Eilen Itzel Mena explora los diversos paisajes, emociones y lenguajes que definen la experiencia femenina afro-diaspórica. Su obra aborda temas de crecimiento, transformación, comunidad, ascendencia e identidad, investigando cómo los individuos dentro de las diásporas africana y latina navegan su propósito personal y colectivo a través de la búsqueda de la alegría, incluso en medio de la adversidad.

Enraizada en el dibujo, las pinturas de Mena son espontáneas e intuitivas, utilizando crayones de óleo y una paleta vibrante que refleja su tiempo en Brasil y la República Dominicana. Estas obras encarnan la energía de sus experiencias vividas, con una exploración de la alegría en su núcleo, ya que busca entender y superar el duelo sin permitir que le defina.

Al conectarse con su niña interior, Mena reaviva su subconsciente y deja que la intuición guíe su expresión creativa. Sus pinturas visualizan tanto espacios reales como imaginados, para reinventar la realidad y ampliar el diálogo en torno a la identidad y la resiliencia.

A través de una mezcla de formas semi-representacionales y abstractas, ella crea un lenguaje visual que captura la interacción entre el cuerpo y el espíritu, fomentando la alineación y la reconexión. En lugar de permitir que el trauma defina a sus sujetos, Mena reformula sus narrativas a través de una celebración de la alegría y la resiliencia.